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La Primera Huelga General de la Construcción en Extremadura: Un Clamor de Justicia Obrera
Descubre los detalles de la histórica huelga general de la construcción en Extremadura entre 1977 y 1979, una lucha que unió a miles de trabajadores por un salario digno y mejores condiciones laborales.
La Primera Gran Huelga de la Construcción en Extremadura
El 29 de septiembre de 1977, unos 18.000 trabajadores de la Alta Extremadura se unieron en una huelga histórica, marcando un antes y un después en la lucha obrera de la región. Esta huelga se gestó en diversas asambleas celebradas en la Ciudad Deportiva de Cáceres, donde los obreros denunciaron la vigencia del convenio laboral existente y exigieron mejoras salariales y sociales que respondieran a sus necesidades.
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La Primera Huelga General de la Construcción en Extremadura: Un Clamor de Justicia Obrera
Las reuniones y asambleas previas a la huelga fueron intensas y llenas de determinación. Los trabajadores se organizaron durante semanas, discutiendo sobre la situación laboral que enfrentaban y la falta de avances en sus condiciones de trabajo. La indignación iba creciendo, ya que el convenio vigente no representaba sus necesidades reales y las empresas constructoras se mantenían en una postura inflexible. Los líderes sindicales emergieron de estas asambleas, con una fuerte convicción de luchar por la dignidad obrera, lo cual fue clave para la cohesión del movimiento.
Entre las principales reivindicaciones destacaban:
- Un salario mínimo de 25.000 pesetas para los peones.
- El IRTP (Impuesto sobre Rendimientos del Trabajo Personal) a cargo de las empresas.
- El 100% del salario real en casos de enfermedad y accidente.
Ante la negativa de las empresas constructoras a negociar un nuevo convenio, alegando la falta de representatividad de los delegados, los obreros decidieron ir a la huelga el 29 de septiembre, que comenzó en Cáceres y Plasencia y se extendió rápidamente por toda la región. No solo fue Cáceres la ciudad protagonista, sino que la huelga abarcó diversas localidades como Navalmoral de la Mata, Coria, Jaraíz de la Vera, Miajadas, Valencia de Alcántara, Malpartida, Casar de Cáceres, y Sierra de Fuentes, entre otras. Estas localidades fueron puntos clave donde los trabajadores se congregaron para demostrar la fuerza y unidad del movimiento.
Un Movimiento Solidario y Ejemplar
La huelga general sacudió a toda Extremadura, desde los pueblos hasta los campos, pasando por las tabernas donde no se hablaba de otra cosa. La solidaridad del pueblo extremeño fue ejemplar, tanto a través de colectas como en las multitudinarias manifestaciones en apoyo a los huelguistas. El 16 de octubre de 1977, más de 10.000 personas se reunieron en Cáceres para apoyar la causa obrera, una de las manifestaciones más grandes que la ciudad había visto hasta el momento. Se escucharon consignas como: “**¡Paro no, trabajo sí!”, “¡Un sueldo digno, no más miseria!” y “¡Pan, Trabajo y Libertad!”, que retumbaban en las calles de la ciudad levantando puños en alto y banderas rojas y extremeñas.
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La participación femenina fue un elemento destacado: las esposas, hijas y novias de los trabajadores lucharon codo a codo con los hombres, demostrando una solidaridad sin precedentes y poniendo de manifiesto el importante papel de la mujer en esta lucha obrera. La mujer extremeña se convirtió en un verdadero símbolo de apoyo y resistencia, organizando redes de ayuda, haciendo colectas, y participando activamente en las manifestaciones. En muchos casos, fueron ellas las que se enfrentaron directamente con las autoridades y mostraron su valentía ante la represión. La fortaleza femenina fue una columna fundamental para el movimiento, dando esperanza y ánimo a quienes estaban en la primera línea de la huelga.
Resultados y Conclusiones de la Huelga
La huelga general de la construcción en la Alta Extremadura terminó después de casi 40 días, con una victoria parcial para los trabajadores: se alcanzó un salario mínimo de 21.105 pesetas, lejos de las 25.000 iniciales, pero marcando un avance significativo. Aunque no se lograron todas las demandas, la huelga fue un éxito en cuanto a la unidad obrera y la autoorganización desde abajo. Los trabajadores demostraron que la lucha y la solidaridad son el camino hacia una Extremadura más justa. Además, la huelga sirvió para generar un precedente en las relaciones laborales, donde el poder de las decisiones tomadas en las asambleas y la organización desde la base demostraron su eficacia y necesidad. La unidad, más allá del resultado económico inmediato, fue una de las grandes victorias de este movimiento.
La huelga también sirvió para visibilizar las injusticias a las que los obreros estaban sometidos, y aunque el acuerdo final no satisfizo todas las demandas, la conciencia de clase se fortaleció. En ese sentido, la experiencia fue enriquecedora: los trabajadores aprendieron que la unión y la constancia podían derribar barreras y que la lucha no terminaba con una firma, sino que era un proceso continuo para mejorar sus condiciones de vida.
La Huelga en la Baja Extremadura: Primavera de 1978
Mientras tanto, en la Baja Extremadura, la huelga se aprobó en una asamblea celebrada el 16 de noviembre de 1977 en Badajoz, aunque no fue convocada oficialmente hasta el 6 de abril de 1978 debido a la oposición inicial de los sindicatos UGT y CC.OO., quienes consideraban que “no era el momento oportuno” por el contexto político tras los Pactos de la Moncloa. Sin embargo, la presión de los trabajadores y la movilización desde las bases sindicales obligaron a los sindicatos a apoyar la huelga, que resultó en un gran respaldo de todos los gremios del sector.
La huelga en la Baja Extremadura fue también un estallido de rebeldía y solidaridad, con miles de trabajadores de diversos oficios del sector de la construcción uniéndose al paro. Albañiles, oficiales, peones, yeseros, soladores, electricistas y muchos más dejaron el trabajo para salir a las calles. La fuerza de esta huelga fue tal que generó un impacto en la política regional y demostró que, pese a las discrepancias iniciales entre las organizaciones sindicales, la base obrera podía marcar el rumbo del movimiento. Durante casi dos meses, las calles de Badajoz y otras localidades de la Baja Extremadura fueron el escenario de manifestaciones diarias, colectas y actos de solidaridad. La Primera Huelga General de la Construcción en Extremadura: Un Clamor de Justicia Obrera
El Legado de una Lucha Obrera Sin Precedentes
La huelga de la construcción de 1977-1978 es recordada no sólo por las conquistas salariales, sino por su carácter ejemplar en cuanto a la autoorganización y la solidaridad activa. La enseñanza más importante de esta huelga fue la necesidad de luchar de manera autónoma y desde abajo, evitando depender de sindicatos estatales que en aquel momento estaban atados a decisiones políticas de ámbito nacional. La independencia de la lucha obrera y la capacidad de autoorganización fueron pilares esenciales que demostraron que la verdadera fuerza venía de los propios trabajadores.
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Cambió la conciencia colectiva de los trabajadores extremeños
El impacto de esta huelga va más allá de lo económico. Cambió la conciencia colectiva de los trabajadores extremeños, quienes, desde ese momento, se dieron cuenta de su capacidad para influir en las decisiones que afectaban a su vida diaria. La huelga dejó una profunda huella en la región, enseñando que la resistencia y la lucha por los derechos son fundamentales para la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Fue un ejemplo para futuras generaciones de trabajadores, quienes encontraron en esta experiencia un modelo a seguir para sus propias luchas.
“La huelga ha sido un éxito total en cuanto a la unidad obrera alcanzada, la autoorganización desde abajo y la toma de acuerdos en asambleas. Ese es el camino que nos llevará a los trabajadores a terminar con la explotación capitalista y a edificar una nueva Extremadura basada en trabajo, justicia y libertad”, declaraba el portavoz del Movimiento Comunista de Extremadura, MCEx, en la publicación TIERRA EXTREMEÑA el 25 de noviembre de 1977.
Conclusiones
La huelga general de la construcción en Extremadura fue un momento clave de reivindicación obrera, un punto de inflexión que demostró el poder de la organización colectiva y la lucha desde las bases. Aunque no se lograron todas las exigencias, sí se consiguió una mayor conciencia de clase y una importante muestra de solidaridad y unidad que dejó huella en la historia de la región. La importancia de la organización desde la base y la autonomía en las decisiones laborales fueron aprendizajes fundamentales para los trabajadores extremeños, quienes entendieron que la verdadera transformación sólo podría lograrse a través de su participación activa y comprometida.
Este movimiento no sólo cambió las condiciones de trabajo, sino que también cambió la forma en que los trabajadores se percibían a sí mismos: ya no como individuos aislados enfrentando injusticias, sino como una comunidad solidaria capaz de enfrentarse al poder establecido. La huelga general de 1977-1978 fue un ejemplo vivo de que la unión y la determinación pueden abrir caminos hacia una sociedad más justa y equitativa, y sigue siendo una referencia histórica para las luchas sociales en Extremadura y más allá. Este artículo es una síntesis del cuadernillo de José Luis Martín Galindo, para dar crédito al autor original y proporcionar contexto adicional sobre la fuente.
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